La comunicación efectiva es clave para mejorar cualquier tipo de relación. Por eso es importante tener presentes varios aspectos para que esta sea realmente efectiva; nos hemos dado cuenta de que es fundamental que ambas personas involucradas en una conversación participen activamente en ella. La mayoría de la gente asume que la persona que está hablando es la que está comunicando. Sin embargo, la comunicación es una vía de doble sentido y los roles de hablante y oyente son igualmente importantes.
Hay varias cosas que todos podemos hacer para
asegurarnos de que el proceso de transmitir y recibir información y emociones
fluya de manera efectiva.
Lo primero que ambos participantes deben hacer es estar mentalmente presentes y prestar total atención. A menudo, hemos estado en conversaciones en las que nos distraemos con el teléfono, el entorno, pensando en el trabajo, en recoger a los niños o en qué prepararemos para la cena.
Rápidamente se hace evidente que, si ambos participantes no están completamente
presentes y sintonizados con la conversación, la comunicación clara no se lleva
a cabo.
Lo segundo que ambos participantes pueden hacer es ser
conscientes de su lenguaje corporal. Algunos estudios han demostrado que más
del 75 % de la comunicación es no verbal. Cosas como el contacto visual, el
tono de voz, la expresión facial y la forma en que sostienes tus brazos
comunican tu nivel de interés en lo que está ocurriendo.
Para facilitar una buena comunicación, tanto el
hablante como el oyente deben mantener un buen contacto visual. Usar un tono de
voz agradable, asegurarse de que el lenguaje corporal sea abierto y amigable, sonreír
y asentir para indicar que ambos están en sintonía.
Lo tercero que pueden hacer tanto el hablante como el
oyente es darse retroalimentación mutuamente. Esto puede ser de manera no
verbal, como mencioné antes, o a través de palabras. El oyente puede aclarar el
significado de las palabras o hacer preguntas si algo no está claro. El
hablante puede definir términos que podrían ser confusos o malinterpretados y
preguntar si hay dudas o si se necesita más explicación.
Dado que todos venimos de nuestras propias
experiencias y perspectivas, a menudo escuchamos lo que esperamos o queremos
oír en lugar de lo que realmente se está diciendo.
Lo cuarto que tanto el hablante como el oyente deben
hacer es ser conscientes de que la comunicación ocurre en al menos dos niveles.
Está el nivel del contenido, que es el significado
literal de las palabras habladas, y el nivel del proceso, que se refiere a los
sentimientos detrás de las palabras. Si el oyente es consciente de ambos
niveles, podrá comprender mejor lo que el hablante está transmitiendo y
responder de la manera más adecuada. Cuando estás escuchando y lo que percibes
en ambos niveles coincide, probablemente estás recibiendo el mensaje correcto.
Sin embargo, muchas veces el mensaje es diferente, lo que puede generar una
gran confusión en el oyente.
Un ejemplo común de esto es cuando le preguntas a
alguien: "¿Cómo estás hoy?" y, con voz triste y pausada, te responde:
"Estoy bien". Las palabras dicen que todo está bien, pero obviamente
sabes que algo anda mal. Las señales no verbales te dicen que esas palabras no
son ciertas.
Cuando el proceso y el contenido no coinciden, es
importante que lo notes y preguntes qué está ocurriendo realmente. Por ejemplo,
si alguien dice "Estoy bien", podríamos responder: "No suena
como que estés bien". ¿Cómo te sientes realmente? ¿Qué está pasando? ¿Y
qué puedo hacer para apoyarte? Presta atención a ese tipo de cosas.
Ambos participantes también pueden mejorar la
comunicación resumiendo lo que están diciendo o escuchando y dándose
retroalimentación para asegurarse de que están en la misma sintonía.
Aquí tienes un último consejo: debes ser específico y
breve en lo que dices. Todos hemos conocido a personas que tienden a divagar y
agregar detalles innecesarios cuando hablan. Probablemente no quieras ser esa
persona. Así que, cuando hables, es bueno seguir la regla: sé breve, sé claro y
ve al punto.